Cuando llegue mi último suspiro que ninguno de los que comercian con la fama, el prestigio o el dinero de este mundo se acerque si quiera a mi lecho mortuorio porque si no yo será mi Padre quién ha de sacarlos como se merecen por mercaderes del dolor y de la angustia que nada saben de un templo no hecho por mano de hombre ni de oración en un cuarto sin testigos, ni de humildad, ni de partidas, sino de gloria de hombres alabados en tinieblas, por demonios que idolatran sus miserias escondidas y sus obras conocidas en el un mundo donde reina una gran hipocresía. Sandra
Cuando llegue mi último suspiro
ResponderEliminarque ninguno de los que comercian
con la fama, el prestigio o el dinero
de este mundo
se acerque si quiera a mi lecho mortuorio
porque si no yo será mi Padre
quién ha de sacarlos como se merecen
por mercaderes del dolor y de la angustia
que nada saben de un templo no hecho por mano de hombre
ni de oración en un cuarto sin testigos, ni de humildad,
ni de partidas, sino de gloria de hombres
alabados en tinieblas, por demonios que idolatran sus miserias escondidas
y sus obras conocidas en el un mundo
donde reina
una gran hipocresía.
Sandra
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