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Arturo Seguí, pueblo ignorado por las autoridades

LA PLATA - BUENOS AIRES, Enero 30
(Por Teódulo Domínguez*, especial para Agencia NOVA)
Marcos me responde "a mí se me murió un chico" y me deja pasmado. Ando en busca de casos graves, pero no estoy preparado para escuchar que "a mi se me murió un chico". No es un caso frecuente. Pero grave. Lo debo tratar en otra nota. Adelantemos, empero, que Marcos culpa a la mala asistencia que recibió su hijo Lautaro, de 6 meses, tres años atrás, quien fue atendido allí y murió 20 días después en el Hospital de Niños de La Plata.

Es un caso excepcional, repito, pero también advierto que recién me entero y la pregunta "de taco" que me hago es ¿cuántos chicos murieron en Seguí en los últimos años y el periodismo no fue informado?

A falta de caños, buenas son mangueras

En mi caminata por el barrio llevaba la única intención de saber si los chicos beben agua potable o siguen consumiendo agua de pozo.

Si mi presunción era cierta los chicos seguían expuestos a las más conocidas y peligrosas enfermedades gastrointestinales, como la muy común diarrea infantil.

En este caso el trabajo formidable de hombres y mujeres cooperativistas que durante dos años habían cavado kilómetros de zanjas para depositar en el fondo los caños conductores de líquido potable, había sido en vano.

Me posicioné en la calle 144 bis entre la 156 y 157. A partir de allí, a golpear manos, saludar y hacer las preguntas de rigor a madres y chicos.

El recibimiento es muy cordial y las respuestas espontáneas. No hay traumas en este registro, pero la realidad general, 16 años después de gobierno alakista-justicialista-duhaldista-menemista-kirchnerista, muestra los flecos en colores turbios de la pobreza innecesaria y subleva al espíritu más indiferente.

La gente, por el contrario, no advierte siquiera que tiene derecho ciudadano a vivir con mayor dignidad y su comentario, como el que se registra en provincias, es de inaceptable resignación. Su dios los obliga a poner la otra mejilla, cada día, a cada hora.

Las casillas aquí son muy modestas aunque en tierras parceladas; no se trata de un amontonamiento de casuchas, la clásica "villa".

La primera pregunta revela una realidad que, a partir de allí, se repetiría en cada vivienda: el caño madre pasa por la puerta pero nadie ha colocado caños menores para llevar el agua de la calle al interior de la casa.

Desde el comienzo del área "pobre" hasta el fondo de Segui, donde se encuentran las últimas viviendas, cada vez que el cronista pregunta cuál es el sistema de ingreso de agua al lugar, responden: "manguera".

En todos los casos, una simple manguera de plástico, negra o en colores. Una manguera expuesta, que pisan los chicos, que vivorea según el destino que le hayan marcado.

Este recurso, dentro de su precariedad, comenzó a mostrar aristas negativas. La manguera suele ser corta, en algunos casos, y el agua ni siquiera llega a la vivienda. En otros ejemplos es más larga y alcanza la cocina. En la mayor parte de los casos la manguera no asciende a los tanques para crear un depósito de agua y usar el líquido a partir de esta reserva diaria.

En realidad, las viviendas carecen de tanque como depósito de reserva, para regar la quintita inexistente, para "ducharse", para aumentar la higiene del hogar.

"Es inútil" me dice Daniel, remisero, "porque la presión no es suficiente y no llega al tanque". Otro problema de la provisión consiste en que la presión no es constante. "Algunas veces sólo nos entra unas gotas; puede ser un rato, varios horas y varios días", me dice Juan, con una pequeña verdulería en 414bis y 156.

Les pregunto a Juan y a Verónica qué beben sus chicos cuando no hay agua potable en la manguera. La respuesta es la temida: agua de pozo. Pero me advierte Juan que el pozo de agua no está cerca del pozo negro, "ni mío ni del vecino".

Esta es la cuestión. Cuando se produce una gastroenteritis, o se advierte la presencia generalizada de diarrea infantil, es muy probable que el agua bebida provenga de un pozo, propio o del vecino.

La ventaja de la manguera es que, de esta forma, los consumidores no pagan nada, por el momento. Si tuvieran un medidor en regla, lo mínimo a pagar a la empresa serían 30 pesos, unos 10 dólares, y no todos cuentan con este dinero.

¿Vale de algo reflexionar y proponer medidas?

El balance de esta breve consulta al sector más pobre de Arturo Seguí, queda resumido en varias reflexiones, a las que les espera un saco roto, una carpeta última, o un cajón sin fondo.

---) De ninguna manera ha sido finalizada la obra de agua potable en las viviendas más precarias de la localidad. Tampoco se observa que Absa, la empresa responsable, muestre interés en corregir el problema.

---) Absa es la responsable de esta explotación y debe ser obligada a crear y recrear las condiciones de una provisión correcta y sin fallas. Hay pozos maestros habilitados, las cañerías llegan al fondo de Seguí, pero los caños estallan por exceso de presión o no proveen de líquido por falta de presión.


---) El gobierno municipal debe enviar visitadores para hacer un relevamiento total de esta cuestión. Analizado el problema debe conceder créditos muy blandos y a largo plazo, para incorporar una red interna que incluya un tanque y la posibilidad de que, además del consumo normal y diario, los ocupantes se "duchen" con naturalidad, como en las viviendas del "viejo Seguí".

---) Es necesaria la presencia de visitadoras sociales y hacer un estudio más profundo de la realidad infantil y materna. Hay una mayoría de padres que vacunan a sus hijos, los envían a la escuela, no manifiestan enfermedades. Los enfermos o aquellos que necesitan "refuerzos" o partidas de leche, están obligados a concurrir a la única "salita", la Nº 11, ubicada a unas 14 cuadras de las últimas viviendas. Hay chicos sin vacunar, otros que no comen lo suficiente o lo correcto.

---)El reciente operativo realizado por la secretaría de Salud municipal de La Plata fue mezquino, breve -duró dos horas y media-, perezoso, acomodado a sus integrantes y al mejor estilo "marketing", y utilizó la estrategia de los tiempos del proceso militar: los pacientes fueron "invitados" a ir a la "salita", en lugar de trasladar la batería de profesionales y auxiliares con sus bonitos uniformes celeste, azul y verde, a las mismas viviendas, a un kilómetro de la "salita". Según una enfermera de la "salita" sólo fueron vacunados 10 chicos, mientras un miembro del operativo respondió que fueron 18. Además, fue tratada una sola embarazada y en este ilustrativo número no hubo discusión.

Tal vez para agilizar estas urgencias es aconsejable que el cargo de secretario de Salud, en lugar de ser ejercido por un odontólogo y el de sub por un bioquímico, debieran ponerse en manos de médicos generalistas con alta preparación en organización hospitalaria. La Universidad está allí cerca. No hay que ir muy lejos (Agencia NOVA)

* Ex periodista de La Nación, Clarín, The San Diego Union y California

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