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Crisis en los Clubes de Barrio platenses

LA PLATA-BUENOS AIRES, Febrero 22 (Por María Paula Rizzi, del Diario Pregón, especial para Agencia NOVA) Solidaridad, integración, participación y vida democrática son algunos de los preceptos básicos de estas entidades que tienen un objetivo: El bien común. A pesar del trabajo constante de quienes quieren mantener en pie estas instituciones históricas, muchos clubes de barrio de La Plata y alrededores atraviesan una seria crisis económica que amenaza con cerrar sus puertas.

Según la Federación de Instituciones Culturales y Deportivas de La Plata -que hoy en día nuclea a 190 entidades entre clubes, centros de fomento, bibliotecas populares, colectividades y mutuales-, en los encuentros cotidianos con los dirigentes se plantean algunos problemas comunes: Padrones de socios que se achican, cuotas sociales bajas para evitar mayor deserción, gente que no se acerca a las entidades a trabajar, reducción del número de miembros de las comisiones directivas, conflictividad interna, cambios en los valores de la sociedad que repercuten en la vida institucional generando conflictos, dificultad para incorporar a la gente joven a la tarea dirigencial y, por supuesto, la cuestión económica siempre presente.

Horacio Alfaro, presidente de la Federación, explica que "en primer lugar hay un tema de falta de renovación dirigencial, hoy casi todas las instituciones están conducidas por adultos mayores, porque la población laboralmente activa está dedicada a trabajar y no tiene tiempo, y la juventud, si bien practica deporte, no se incorpora a la dirigencia".

"Antes los ámbitos de pertenencia en el barrio eran la escuela, la iglesia y las instituciones, obviamente ha cambiado el esquema cultural. Los años 90, con el individualismo y el materialismo, de alguna manera avanzaron sobre valores tradicionales de las entidades como la solidaridad y vocación", añadió el dirigente.

En la misma sintonía, Alfaro remarcó que "la crisis del 2001 y el 2002 también calaron hondo, sobre todo en lo económico, decreciendo los padrones de socios, aunque sea de una cuota de dos o tres pesos por mes".

El problema de las cuotas sociales no es para nada menor. Mientras antes esa suma permitía a la institución mantenerse, hoy sólo posibilita abonar algún servicio. En este sentido, Luis Latorre, presidente del Círculo Cultural Tolosano -fundado en 1926 y cuya sede se encuentra en 115 y 528-, afirma que "la cuota societaria es de tres pesos, y abarca a todo el grupo familiar. Acá el porcentaje de chicos que pagan es muy poco, porque los padres no pueden, por eso también hay becados. Nosotros no dejamos de lado a nadie, esta es una institución de bien público y por ende se encarga de ayudar".

Otros de los grandes problemas con los que se enfrentan hoy en día los clubes de barrio son los juicios laborales, según Alfaro "estas instituciones tienen sus debilidades estructurales, hay juicios que se les hacen, algo que antes era impensable y ahora es bastante frecuente. Los clubes no tienen recursos para afrontarlos, los dirigentes se preocupan por brindar servicios a la comunidad, se desprotegen de algunas cuestiones y son utilizadas por quienes se aprovechan de esto".

El círculo Cultural Tolosano no está exento de ello y, hoy en día, son tres los juicios laborales iniciados por ex empleados del club: "El problema radica en que esta institución está abonando juicios, que es lo que le impide crecer en forma más rápida. Pienso que si no los tuviéramos, esto crecería mucho más; en estos momentos no hay ningún tipo de subsidios, sólo cuentas a pagar", afirmó Latorre.


Trabajo a pulmón

A pesar de las dificultades, las entidades continúan prestando sus beneficios a la comunidad: Hay instituciones que tienen salas de primeros auxilios, comedores comunitarios, consultorios odontológicos y médicos, jardines de infantes, bibliotecas populares, cursos de capacitación de todo tipo y, por supuesto, el desarrollo de actividades deportivas.

De esta manera, el club de barrio se transforma en un espacio de gran contención, siendo un vehículo de integración y de ayuda para grandes y chicos.

En este sentido, el titular del Circulo Cultural Tolosano señala que "el padre se tiene que sentir orgulloso de que el chico este cuidado en el club, con personas responsables y no tirado en la cama mirando televisión sin hacer nada o en malas compañías. A mí me ha tocado ir a buscar a chicos en medio de la villa e insertados en la droga y logramos alejar a muchos de eso".

Vale mencionar, que desde el club se ofrece una merienda para los más carenciados: "Acá les damos la copa de leche y se hacen tortas fritas. También conseguimos galletitas, pan y facturas; depende de lo que le pida el estómago a los chicos, pero en el momento de tomar la leche están todos", dice Latorre.

El trabajo es constante y, a pesar de las adversidades, el esfuerzo vale la pena: "Uno les da aliento, trata de conseguirles buzos para que no tengan frío después de entrenar, o conseguirles zapatillas porque no tiene para jugar. Entonces lo que podés hacer es mínimo. Pero sentís ese beso, ese abrazo y esa mirada y están con vos permanentemente. Esa es la mejor recompensa que te queda", enfatiza el orgulloso presidente del club, y continúa: "A veces digo que el club ha sido peor que una droga, te vas metiendo cada vez más y no podes salir. A veces estoy cansado pero lo hago igual porque me gusta. Te va llevando, aprendes a quererlo. Trabas tenés siempre, pero no vas a disgusto; es un amor para toda la vida, como la primer novia, no te la olvidás nunca".


Preservar el pasado para construir un futuro

Sin embargo, y a pesar de lo mucho que representan socialmente estas instituciones, la ayuda es escasa por parte del gobierno: "Advertimos que del lado del Estado no hay mecanismo de protección de estas entidades que son formidables redes de contención social, y tampoco se dan cuenta que si esto se perfora la sociedad lo va a sufrir bastante. Es importante preservarlas, para lo que la Federación intenta impulsar medidas que tienen que ver con esa búsqueda de apoyo y protección. Entendemos un Estado que debe estar allí poniendo el hombro donde miles y miles de personas en nuestra región siguen encontrando en los clubes, motivos para su realización y crecimiento como personas y como ciudadanos", sostiene Alfaro.

En el 2007, la temática fue tratada en el Ministerio de Desarrollo Humano de la Provincia, llevándose a cabo el programa denominado Luna de Avellaneda, en homenaje a la película de Juan José Campanella que narra el apogeo y el ocaso de un club de barrio. El mismo contenía varios ejes claves como: la adhesión de las instituciones a la tarifa social para los servicios básicos (como electricidad, agua y gas), la participación de los jóvenes a partir del Proyecto Adolescentes y un único subsidio de hasta 5 mil pesos para pagar deudas acumuladas o refaccionar las instalaciones.

Sin embargo, por estos días el proyecto se está reformulando, a la espera de las órdenes de las nuevas autoridades provinciales.

Hoy, el trabajo de los socios y vecinos es el principal motor de estas entidades de bien público que buscan subsistir ante las adversidades que se les plantean día a día. Lo fundamental, es preservar las instituciones. Si estas desaparecen, con ellas también lo hacen sus historias, las que son muy importantes para este presente en que se hace necesario fomentar lugares desde donde participar y expresarse, afianzando, así, un proyecto a futuro. (Agencia NOVA)

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