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Carta a Juan Domingo Perón


San Miguel, 29 de abril de 2011.
 Al compañero de armas Juan Domingo Perón, donde quiera que estés
 Querido Juan:
Analizando los actos de gobierno como así también las actitudes del matrimonio Kirchner, no pude menos que retrotraerme a los comienzos de tu movimiento para poder comprender la profunda mutación ocurrida en el legado doctrinario que nos dejaste a través de aquellos apotegmas que sucesivos gobiernos, que dijeron ser peronistas, fueron olvidando o transformando, según su necesidad.
Las primeras enseñanzas que vinieron a mi memoria, fueron aquellas que fijaban las prioridades políticas que todo militante debía respetar: “PRIMERO LA PATRIA, DESPUÉS EL MOVIMIENTO Y LUEGO LOS HOMBRES” como así también aquellas que afirmaban que “EL PERONISMO ES AQUELLO QUE LAS VEINTE VERDADES DICEN” (y que hoy, pocos de los que dicen ser “compañeros” conocen y/o cumplen).
Ese remolino de imágenes del pasado que venía a mi memoria, me hizo recordar aquellas patriadas que hiciste cuando con el grado Coronel ambicionabas llegar a tener el poder absoluto de nuestra Nación, entonces conducías el Departamento Nacional de Trabajo con rango ministerial del Gobierno de facto de Pedro Pablo Ramírez. Luego te nombraron Vicepresidente de la Nación y Ministro de Guerra. ¿Te acordás cuando te encarcelaron en Martín García y te liberan luego por la presión ejercida por los trabajadores aquel 17 de octubre de 1945?. ¡Qué movilización obrera aquella Juan!, llenaste la de Plaza de Mayo... ¡Qué momento aquél,  cuanta lealtad, respeto y amor…!. ¡Cuanta esperanza…!.
Con un legajo brillante como tu futuro tenías, recuerdo, un particular buen gusto por las jovencitas; ¡como te gustaban Juan… ! (también a ellas las atraía el calor del Poder…). Si te estoy viendo como si fuera hoy, paseando tu estampa varonil por la UES montado en tu motoneta.
¿Te acordás cuando invitado por aquella mujer que tanto te atraía que hacía radioteatro, una artista hermosa de gran carisma y carácter que supo hipnotizarte desde tu primer encuentro?. Le hablaste de tus sueños y ella te cautivó con los suyos. Hacé memoria Juan y ayudame…, le contaste que eras de Lobos, hijo de Mario Tomás Perón y Juana Sosa; pero tu realidad y tu fuente había sido Roque Pérez. Ella te comentó que provenía de una familia Duarte Ibarguren; que había nacido en el campo “La Unión” de Los Toldos el día 7 de mayo de 1919. Que tiempo después su familia se trasladó a la ex calle Francia 1021, hoy Eva Perón, de ese mismo pueblo. Que era sobrina política del intendente de Chivilcoy y que su padre, Juan Duarte, había muerto en un accidente automovilístico cuando ella tenía solo 7 años, episodio este que recordó con lágrimas de dolor, porque tu Evita había tenido una infancia muy sufrida.
Tiempo después con el apoyo de los trabajadores como columna vertebral y con Evita  a tu lado colaborando siempre codo a codo y trabajando por los niños, sus “únicos privilegiados” y sus descamisados o cabecitas negras, hiciste realidad tus sueños de grandeza.
¡Fueron años de construcción y de compromisos !.
La situación del país era en lo económico, extraordinariamente próspera, fluía el oro, el dinero, los recursos.
Tuviste la fortuna de insertarte en una realidad internacional en donde la guerra  desangraba a las más grandes naciones del mundo, destruyéndolas y empobreciéndolas, mientras que nosotros, neutrales en esa contienda y alejados de los campos de combate, nos enriquecíamos con la exportación no solo de nuestros productos agropecuarios, sino también de artículos elaborados. Éramos considerados entonces, el granero del Mundo.
Venían  los barcos llenos de inmigrantes cargados con sueños de liberación y esperanza. Llegaban a un País generoso (igual que hoy), en donde no había dolor, ni guerras, ni problemas de alimentación, ni de contaminación, ni erosión del suelo; no teníamos problemas raciales, ni religiosos; nuestros espejos de agua estaban impolutos (a diferencia de la Argentina actual). Disponíamos de espacios muy amplios para vivir y producir.
El País rebozaba de oportunidades para cualquiera que estuviera decidido a trabajar y aportar al crecimiento y al desarrollo General. Proyectaste y ejecutaste entonces un cambio social revolucionario con el cual creaste una fuerte clase media y pretendiste dignificar hasta al más humilde, mejorando considerablemente la situación de los trabajadores, de la familia y la de la ancianidad.
En aquella época, recuerdo Juan, nada impedía el progreso económico y social de los más capacitados.
"...NUESTRA REVOLUCION QUE ESTA EN MARCHA, NO PUEDE SUCUMBIR, YA QUE SE COHESIONA DETRAS DE COSAS DEMASIADO SAGRADAS....NUESTROS EMBLEMAS SON DIOS, LA PATRIA, Y LA JUSTICIA SOCIAL. A DIOS LO SEGUIMOS A TRAVES DE LAS PALABRAS DEL DIVINO MAESTRO, QUIEN NOS DICE QUE DEBEMOS AMAR A NUESTRO PROJIMO COMO A NOSOTROS MISMOS, PORQUE LO UNICO QUE CONSTRUYE ES EL AMOR... QUE TODOS LOS ARGENTINOS SE UNAN DETRAS DE ESE AMOR. LA LUCHA DESTRUYE VALORES, SOCIEDADES Y AL HOMBRE..."
 Pero nuestro pueblo Juan, no estaba entonces preparado ni cultural, ni políticamente para esa fenomenal transformación social que propusiste.  Sirvió con el tiempo para sembrar el odio, dividir al país, excitar al disconformismo, provocar resentimientos y afianzar el despotismo.
Te equivocaste Juan cuando trajiste al conurbano, que estaba entonces despoblado, gente del interior del país que fueron alojándose “provisoriamente” en casillas precarias, que con el tiempo, se convirtieron en enormes villas; cuando les podríamos haber hecho florecer sus esperanzas allí mismo donde nacieron. Entonces habríamos potenciado su sentido de pertenencia, fortaleciendo a la vez las economías provinciales y regionales…
Ciertamente llenaste desde entonces de votos a la provincia de Buenos Aires y a la Capital Federal para que nuestro partido se hiciera grande e imbatible, pero también las llenamos de holgazanes, viciosos y desocupados; si hasta hermanos de los países limítrofes vinieron a poblar las villas. Indirectamente le dimos a los actuales usurpadores de nuestro partido, la herramienta ideal  para ganar elecciones.
Les diste a los más humildes una vivienda digna sin haberlos preparado previamente. Como recordarás Juan, los beneficiados de aquellos planes plantaban almácigos en las bañaderas y decían entonces que hasta supieron quemar las puertas y/o los pisos de madera para hacer el asadito de los domingos… Otros, imposibilitados de afrontar los gastos que la nueva vivienda les ocasionaba, las vendían, trasladándose  una vez más  a las villas precarias  en las que no había ningún servicio esencial…, pero tampoco obligaciones de ninguna índole.
Los cuantiosos recursos acumulados al finalizar la segunda guerra mundial se fueron agotando; unos cuantos aventureros de la política de los que supieron haber en tu gobierno generaron los primeros y tétricos hechos de corrupción político institucional que se comenzaban a vislumbrar en nuestra historia (siempre algo había habido, es verdad, pero no como entonces, ni mucho menos como ahora).
Llega así en el 55, la llamada “Revolución Libertadora” (o fusiladora) que provocó tu caída y exilio. Te tildaron entonces de dictador, de tirano, acusándote de mancillar la honra de una menor de 14 años y no se cuantas porquerías y deshonestidades más. Ni la CGT, ni los gremios, ni los enriquecidos legisladores de servil obediencia, ni quienes dijeron dar la vida por vos (Alianza Libertadora Nacionalista), lo hicieron. Estaban alelados y anonadados.
Desde el exilio, tranzaste con quienes ostentaban una manifiesta voluntad criminal ajustada a los procedimientos subversivos, que a la postre serian tus enemigos y obviamente los míos. Los utilizaste para resistir y desgastar al gobierno de facto, esperando pacientemente las consecuencias del accionar violento de los que tiempo después, cuando ejercías por tercera vez la Presidencia de la Nación, fueron tildados por vos de “jóvenes estúpidos”; eran los mismos que intentaron asesinarte en más de una oportunidad…
Recuerdo cuando con ese modo campechano y confianzudo de hablar que tenías nos decías: “ no podemos permitir que se pretenda meter adentro de nuestro movimiento, ideologías y doctrinas extrañas y antagónicas a nuestra manera de sentir y apreciar”, ¿lo recuerdas Juan?; o cuando dijiste, “todos esos que hablan de Tendencia Revolucionaria, ¿qué es lo que quieren hacer?; quien esté en otra tendencia diferente de la peronista, lo que debe hacer es irse…”, o cuando en junio de 1973, en aquel mensaje televisivo le advertiste a la ciudadanía, y muy especialmente al militante peronista, el pretendido “entrismo” de la izquierda y particularmente el de la entonces organización armada Montoneros, diciéndoles con frases de tono sentencioso y fáciles se asimilar “…todos tenemos el deber ineludible de enfrentar activamente a esos enemigos si no queremos perecer. Nosotros somos justicialistas, no hay rótulos que califiquen a nuestra doctrina y a nuestra ideología. Los que pretendan lo inconfesable, aunque lo cubran con gritos engañosos o se empeñen en peleas descabelladas, no pueden engañar a nadie. Los que ingenuamente piensen que así pueden copar nuestro movimiento o tomar el poder, se equivocan”.
Juan, viendo la realidad que vive hoy nuestro país, que como vos decías es  la única verdad, ¿quiénes fueron los equivocados, los montoneros “entristas” de entonces, o vos?, porque ellos están hoy en el Poder….
Sin pretender faltarle el respeto a un amigo ni mucho menos a un camarada, ¿puedo preguntarte Juan si te quedaste con algo de ellos?, porqué estos incubos esperaron a que fallecieras para amputarte las manos, quizás pretendiendo tener tus huellas para entrar a la caja de Seguridad que supuestamente tenías en Suiza, a la que nadie nunca pudo tener acceso. ¿O si?.
Cuántas cosas buenas realizaste durante tus tres gestiones de gobierno que fueron sistemáticamente empañadas por hechos dolosos, o cuanto menos oscuros, producidos por tu “entorno”. Gracias a Dios, eso lo sabemos solo nosotros…,  la ciudadanía sigue pensando que el Partido Justicialista fue lo mejor que le pudo pasar al país y lo sigue votando, cuando desde el corazón vos y yo sabemos que lo mejor que nos pudo pasar, es haber nacido aquí, en esta bendita República Argentina.
Querido Juan, para terminar quiero contarte que a cuatro meses de iniciado el año 2011, seguimos estando dominados por la indolencia de nosotros mismos y  la falta de cordura de los que dicen ser tus seguidores, que tanto vos como yo sabemos que muchos no lo son; que están usando tu sello, tu marchita, tu partido, si hasta llegaron a presentar en sus listas llenas de familiares, a una pirucha que se vistía, se peinaba, y se maquillaba, como lo hacía nuestra Evita, para captar inocentes, pero no son más de lo que dijiste que eran, TRAIDORES a tu doctrina, IMPOSTORES a tus principios,  que cuando podamos hacer una formal y justa revisión de nuestra historia serán desenmascarados. ¿Cundirá entonces el escarmiento?
A pesar de todo Juan quiero decirte que los que te seguimos siempre, aún hoy, seguiremos creyendo en la fuerza de las veinte verdades justicialistas. Gracias Juan por este momento reflexión y por ayudarme a debelar este presente.
Te mando un abrazo de oso donde quiera que estés, descansa en paz hermano de armas, nosotros velaremos  tus enseñanzas.
 En azul y blanco, Hugo César Renés y Jorge Anibal Canale

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